El último recurso
Human beings create more than they destroy. Julian Simon
La energía es una condición indispensable para construir el progreso. La condición humana es la aventura, explorar un metro mas allá, mejorar su relaidad.
En el año 1968, el biólogo Paul Ehrlich publicó "La bomba de la población", un libro que pronto se convirtió en un éxito de ventas y que predecía una catástrofe mundial debido a la superpoblación. "La batalla para tratar de alimentar a toda la humanidad ha terminado", proclamó Ehrlich. "En la década de 1970 cientos de millones de personas morirán de hambre" y "nada podrá evitar un aumento sustancial de la tasa de mortalidad".
Estas profecías nunca se cumplieron, por supuesto. Aun así, Ehrlich se mantuvo firme en su perspectiva, actualizando constantemente sus predicciones sobre la superpoblación humana mientras ganaba notoriedad e influencia en la cultura.
En el año 1980, el economista Julian Simon convencido de haber escuchado suficiente, propuso una apuesta a Paul Ehrlich para poner a prueba su teoría.
Simon propuso que apostaran 1.000 dólares sobre lo que ocurriría con el precio de cinco metales -cobre, cromo, níquel, estaño y tungsteno- durante una década. Estas materias primas eran esenciales para todo tipo de cosas, desde la fabricación electrónica, a la construcción de edificios.
Si la teoría de Ehrlich era cierta, más población en el planeta significaría que empezaríamos a quedarnos sin recursos, y el precio de estos recursos básicos debería subir con el tiempo.
La apuesta era simple: si las materias primas subían en el plazo de 10 años Simon le pagaría la diferencia entre los 1.000 dólares de la apuesta y el precio vigente una década más tarde, si por el contrario la cesta de materias primas hubiese bajado de precio sería Ehrlich quien pagase la diferencia.
Ehrlich aceptó la apuesta de Simon. Pasaron los años y en 1990, fecha en la que finalizaba su particular apuesta, Ehrlich admitió discretamente su derrota en forma de un cheque de 576,07 dólares a nombre de Simon (las materias primas habían caído un 57% en esos 10 años).
Simon ganó la apuesta. La población siguió creciendo durante la década de 1980 sin descanso, en uno de los momentos históricos en los que más rápidamente ha crecido nunca la población mundial. Sin embargo, en lugar de desmoronarse bajo el peso de nuestra población, los humanos aprendimos a hacer más con menos.
Simon comprendió el poder de los incentivos y el mecanismo de los precios para superar la escasez de recursos. La escasez relativa conduce a precios más altos, los precios más altos crean incentivos para las innovaciones, y las innovaciones conducen a la abundancia.
El ser humano no es sólo un consumidor, sino un productor. Somos creadores de riqueza, de cultura. Compartimos, intercambiamos, colaboramos e innovamos. Es el ser humano quien define que es un recurso y que no lo es, en función de su tecnología, su conocimiento, su ingenio y su necesidad. Es la tecnología y el uso que le damos a esos recursos lo que en realidad importa.
Como decía Simon, el último recurso es la creatividad del ser humano.
Discoveries, like resources, may well be infinite: the more we discover, the more we are able to discover. Julian Simon
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-Por Héctor Sanmiguel
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