La isla del dinero de piedra
El tiempo es la escasez, y es la única mercancía de la que no podemos crear más. Jim Mitchell
Fue en tiempos bastante modernos cuando el dinero pasó de ser algo puramente físico, monedas tangibles o papel que cambiaba de manos, a una sustancia etérea. Hoy en día, cuando utilizamos dinero, éste solamente significa un apunte en una base de datos digital y antes de esta era de números electrónicos, el dinero podía haber cambiado de manos sin moverse físicamente, sino por el trazo de una pluma en un libro de contabilidad.
El punto intermedio en la revolución del dinero como tecnología, del plano físico al abstracto se encuentra en el Pacífico, en la isla de Yap: Las piedras rai, como se conocen, eran dinero; un dinero que no se movía nunca.
El dinero que no se movía
Existe una pequeña isla llamada Yap en mitad el Océano Pacífico. En esta isla, tallados en piedra caliza, se elevan círculos de piedra de hasta 4 metros de diámetro. Estas piedras no pueden ser esculpidas en la propia isla de Yap, debido a que no existen metales ni rocas de este tamaño, en su lugar estas piedras proceden de la isla de Anagumang, a más de 600 kilómetros de distancia.
La historia cuenta que un pequeño grupo de exploradores de Yap navegó hasta Anagumang hace más de 5 siglos. Asombrados por la roca caliza de la isla, ofrecieron sus bienes a los habitantes de la isla a cambio de extraer y tallar algunas piedras.
Desde allí, las transportaron en barcas de vuelta a Yap, teniendo que construir nuevas embarcaciones de bambú que pudieran soportar el enorme peso de los discos de roca que habían tallado. Estos discos de piedra se consideraban extremadamente valiosos. Las piedras eran tan enormes que, dado su tamaño, peso y fragilidad, no solían moverse después de ser colocadas en un lugar.
No está claro si estas piedras comenzaron sirviendo como dinero, pero en algún momento los habitantes de Yap se dieron cuenta de lo que la mayoría de las sociedades se dan cuenta en algún momento: Necesitaban algo que todo el mundo estuviera de acuerdo en utilizar para transferir valor.
Sin embargo no valía cualquier cosa, es decir, no todo sirve para ser dinero. Una mera convención social no transforma un objeto en dinero, tenía que tener alguna característica que lo hiciese valioso.
El extenuante proceso de obtención de las piedras rai (obtenidas a más de 600 kilómetros tras tallarse a mano) las dotaba de un valor crucial: la escasez. Un trozo de dinero de piedra era realmente valioso y nadie lo usaría para una simple compra cotidiana.
Como una moneda gigante, las piedras rai se intercambian como símbolo de valor durante ceremonias importantes, como el matrimonio, la herencia, la resolución de un conflicto o un trato político. El conocimiento de quién posee qué se registra en una tradición oral pública, y los traspasos de las piedras se realizan en una ceremonia a la vista de todos.
El rai funcionaba como el dinero porque había confianza comunitaria. La confianza que sustentaba el rai no funcionaba a través de una institución que gestionara y fuera dueña del libro de contabilidad. Sino de la cultura, la inmutabilidad y la certeza.
Según la leyenda local, una de las piedras rai más valiosas se perdió en el mar en una gran tormenta y nunca llegó a completar su viaje a Yap. La colosal piedra yace ahora en el fondo del Pacífico, a 150 km de su destino. Los isleños estaban de acuerdo en que esta piedra rai en particular tenía un enorme valor (y transaccionaban con ella), pese a que no pudieran recogerla del fondo del mar.
Interferencia y degradación del rai
Según el historiador y escritor Paul Barach, la transición gradual del rai de riqueza a reliquia comenzó cuando el capitán irlandés-estadounidense David O'Keefe encalló en Yap a finales del siglo XIX. Como compensación por la ayuda recibida para volverse a poner en marcha, O'Keefe regresó años más tarde a la isla con veleros modernos y herramientas metálicas para facilitar la extracción y transporte de rais de forma más segura hasta Yap.
Los habitantes de Yap podían tener más piedras en su isla, lo que significaba ser más ricos. En agradecimiento, le regalaron a O'Keefe su propia isla. Los rai se multiplicaron. Pocos años después la isla ya albergaba mas de 13.000 piedras. En ese momento, cuando la escasez ya no significaba nada, las piedras rai dejaron de tener valor. Cualquier podía tener decenas, e incluso cientos de rai. Las ceremonias en las que se traspasaba uno de estos valiosos símbolos se multiplicaron, perdiendo su relevancia.
Hoy, las monedas de piedra siguen esparcidas por la isla hasta el día de hoy, como lo que son, meras rocas calizas. Y esque , aunque no lo parezca, somos nosotros quienes decidimos que es dinero y qué no lo es. Qué tiene valor y qué no lo tiene. Qué es escaso y qué es abundante. El dinero quizás sea la única tecnología en la que tras más de cinco siglos de la primera piedra rai, no haya nuevo bajo el sol.
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-Por Héctor Sanmiguel-
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