Un prado verde
Un orden no intencionado puede ser superior a cualquier otro que sea fruto de intencionada creación. F.A.Hayek
En una pequeña aldea enclavada entre las verdes colinas de la campiña inglesa, un gran prado, fresco y abundante era utilizado por todos los aldeanos como pasto común para su ganado. Al principio, el prado proporcionaba comida más que suficiente para los animales, y los ganaderos podían vivir en armonía, compartiendo los recursos de la tierra.
A medida que pasaban los años y el pueblo crecía, más y más gente empezó a mudarse a la zona. La población aumentó, y también lo hizo el número de animales que pastaban en el prado. Pronto, la hierba que antes era tan abundante empezó a escasear y a los animales les resultaba cada vez más difícil encontrar suficiente comida.
A pesar de ello, los aldeanos siguieron utilizando el prado como siempre. Cada uno creía que si no cogía todo lo que podía para sus propios animales, otro lo haría. Y así, todos empezaron a apacentar cada vez más animales en el prado, llevándose una parte mayor de lo que jamás habían hecho.
Con el tiempo, la hierba se volvió escasa y desigual, y el paisaje, antes exuberante, empezó a volverse marrón y estéril. A pesar de las advertencias de los ancianos del pueblo, que sabían que la pradera debía protegerse y conservarse para las generaciones futuras, los ganaderos siguieron aumentando el número de reses de sus rebaños. Antes de que pudieran darse cuenta, el prado, que antes había sido tan hermoso y abundante, era ahora un páramo desolado, incapaz de dar de comer a ningún animal.
En 1968, Garrett Hardin publicó en la revista Science un artículo titulado «Tragedy of the commons», en el que explicaba el daño que la acción humana puede provocar en el medio ambiente, incluso de forma involuntaria. El impacto de este artículo fue tal, que dio paso a la teoría de la tragedia de los comunes.
Hardin ejemplificó su artículo con la misma historia, un gran prado y un puñado de vacas. Desde el punto de vista de cada uno de los ganaderos, es racional aumentar su ganado porque de este modo sus beneficios aumentarán. Sin embargo, cada una de las vacas adicionales que un ganadero incorpore provocará una disminución de los recursos de la zona de pasto común. Si cada uno de los pastores actúa de forma racional y añade más vacas, a largo plazo, la tierra estará sobreexplotada y la hierba dejará de crecer.
Determinadas acciones que son racionales para un individuo son irracionales para el grupo.
Desde el punto de vista de cada uno de los ganaderos, es racional aumentar su propio ganado para obtener mayores beneficios mientras el coste de sobreexplotar la tierra se reparte entre todos. Privatizar beneficios, socializar pérdidas.
En el ejemplo de Garrett Hardin encontramos un proceso de decisión perfectamente modelizable, basado en los incentivos de cada una de las partes (Teoría de Juegos). En este caso existen dos estrategias posibles: Cuidar los bienes comunes o no cuidarlos.
1º (Mejor opción): Que los demás cuiden el recurso pero yo no.
2º Que todos cuidemos el recurso
3º Que nadie cuide el recurso
4º (Peor opción) Que yo cuide el recurso pero los demás no.
“El ganadero racional concluye que la única decisión sensata para él es añadir otro animal a su rebaño, y otro más… Pero esta es la conclusión a la que llegan todos y cada uno de los ganaderos sensatos que comparten recursos comunes. He ahí la tragedia. Cada hombre está encerrado en un sistema que lo impulsa a incrementar su ganado ilimitadamente. La ruina es el destino hacia el cual corren todos los hombres, en un mundo en un mundo que cree en la libertad de los recursos comunes”. G.Hardin
Los parques nacionales son otro ejemplo donde se da la tragedia de los comunes. Actualmente los parques se encuentran abiertos para todos, sin ningún límite. Los parques en sí mismos tienen una extensión limitada (sólo existe un valle de Ordesa o un Gran Cañón), mientras que los visitantes siguen en aumento. En definitiva, los valores y experiencias que las personas buscan en estos lugares cada vez tienen menos valor.
¿Qué hacer ante una situación en la que el equilibrio de Nash supone la destrucción a largo plazo? Hardin propuso dos alternativas:
«We might sell them off as private property». Privatizar el recurso. Un ejemplo en el que se crearon propiedades privadas a partir de un bien común fue en las áreas de pesca en Nueva Zelanda mediante las Individual Transferable Quotas (ITQs), un sistema de cuotas que permite la pesca de una determinada cantidad de pescado. Sin embargo, no es aplicable a todas las superficies comunes.
«We might keep them as public property but allocate the right to enter them». Establecer normas y regulaciones. Un ejemplo es la normativa de pesca en el golfo de México, que restringió el número de barcos, el número de especies que se podían buscar y los días que se podía pescar. La respuesta fue crear barcos más grandes y rápidos que podían pescar la misma cantidad de peces en menor tiempo.
Sin embargo, en 1990, más de 20 años después de la publicación de Hardin en Science, Elinor Ostrom propuso una tercera vía. Una vía que le llevaría a ser la primera mujer en obtener el Nobel de Economía en 2009. Ostrom en su obra Governing the Commons (1990) muestra ejemplos de países y situaciones en los que se evitó la tragedia de los comunes sin necesidad de intervenciones ajenas con información limitada, como las de los gobiernos, o de la privatización de los recursos.
Tomando ejemplos de varias regiones del mundo, entre las cuales se encontraban México, Uganda, California, Nepal, la India e incluso España, Ostrom, demostró que existen comunidades que podían administrar los recursos de forma sostenible, sin recurrir a los mecanismos formales de los gobiernos o la privatización. Y que llevaban más de 500 años haciéndolo.
Lo que hacían los miembros de estas comunidades era cumplir una serie de normas implícitas, basándose en la confianza y en unas cuantas reglas formales que los propios miembros de la comunidad determinaban, supervisaban y hacían cumplir.
Según explica Ostrom en su libro, para la gestión del agua en una zona semidesértica, los agricultores se organizaban por turnos. Cuando les llega el propio, podían abrir las puertas del canal y hacer uso de toda el agua que quisieran, pero sin desperdiciarla. Una vez satisfecha su demanda, cerraban las puertas y esperaban a que les tocara el turno de nuevo (priorización privada del recurso). Sin embargo, en épocas de sequía, las reglas cambiaban: quienes pasaban a tener prioridad eran los agricultores cuyos cultivos estaban más necesitados de agua (priorización comunal del recurso).
Esta solución hibrida, sencilla, directa y donde los incentivos y la información se alineaba rápidamente había permitido mantener el recurso por generaciones. La tercera vía de Ostrom nos permite imaginar un mundo donde la escala lo cambia todo.
“Los humanos somos animales prácticos, locales y sensibles a la escala. Lo pequeño no es igual que lo grande; lo tangible no es lo abstracto; lo emocional no es lo lógico.” Nassim Taleb
-Por Héctor Sanmiguel-
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